Encuentros

02.02.2022

El trabajo en el consultorio tiene una variedad enorme de emociones y experiencias. Es imposible cuantificar o clasificar la diversidad de cuestiones que se escuchan a diario. Sin embargo, hay ciertos momentos en los que me gusta tomar unos minutos para pensar no sólo en lo que muchos llaman "trabajo", sino también para pasar en limpio aquello que entra en la cuenta de la experiencia, la personal.

Tal vez para muchos colegas el hecho de escribir acerca de esto y publicarlo en una plataforma de acceso común para ellos y para los pacientes es un gran error ¡¿cómo dar a conocer algo personal desde tu función de analista?!
Pienso que la Ciudad de Buenos Aires está abarrotada de analistas y que, seguramente, es una gran ventaja para los pacientes, quienes pueden elegir al analista con el que quieren encarar ese camino tan maravilloso que implica el psicoanálisis. Es así que elijo trabajar sobre la base del encuentro. Aquello que se produce cuando alguien viene por primera vez, es escuchadx y, sin saberlo, también está entregando algo de sí y creando una experiencia única en el espacio que se genera entre nosotros.

El tiempo va pasando y nos va modificando a ambos. Vamos creciendo, nos transformamos y enriquecemos en cada encuentro, en el tiempo que dure ese chispazo llamado análisis. Y ahí es donde aparece la magia del entre, en se lugar y tiempo en el que todo lo que decimos y vivimos guarda la potencia de cambiar nuestras vidas. A veces por un instante, a veces para siempre.

La magia de esa potencia del encuentro es una de las cosas que más disfruto de mi profesión. Guarda el sabor de lo desconocido y la fuerza de profundos cambios. Y ¡qué mejor cuando se trata de acompañar a otrx en ese camino!

No sé si voy a seguir escribiendo sobre esto. No sé cuánto. No sé cada cuánto. No sé si voy a seguir escribiendo. Hoy tenía ganas de hacerlo. Porque tal vez, del otro lado, hay alguien con quien compartirlo...