El tejido del cuerpo en el autismo. Una lectura a partir de nudos y trenzas.

01.03.2023

*Campero, M., Roedelsperger, M. (2019). El tejido del cuerpo en el autismo. Una lectura a partir de nudos y trenzas. XI Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología - XXVI Jornadas de Investigación de la Facultad de Psicología - XV Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR - I Encuentro de Investigación de Terapia Ocupacional - I Encuentro de Musicoterapia. Universidad de Buenos Aires. Facultad de Psicología.

 

Desarrollo: Una "Carretera Singular" de inscripciones primordiales

La Dra. Norma Bruner subraya que el Desarrollo es a la vez intertextual, heterogéneo e interdisciplinario (Bruner, 2012). De este modo, lo define como 

"la carretera singular que en tanto RSI se construye y configura desde el significante y sus leyes, donde tiene lugar y transcurren las transformaciones primordiales para el sujeto, al intentar realizar los viajes y virajes del deseo, sus trayectos e instrumentos, desde el nacimiento a la muerte" (Bruner, 2012, pág. 32).

Así, el Desarrollo en la infancia, es considerado en relación con la estructura del lenguaje y sus leyes -dimensión Simbólica-, con lo real orgánico -dimensión Real-, y las vicisitudes de la formación del Yo-cuerpo y Realidad -dimensión Imaginaria-. Su lógica, con el grado de mutabilidad y variabilidad que presenta, no puede ser explicada desde la órganogénesis ni tampoco por la psicogénesis, o por lo que la autora denomina "la estructuragénesis" (Bruner, 2012)[1]. Tampoco puede considerarse como "mudo", es decir, excluyendo al sujeto del deseo, inconsciente y sexuado (Bruner, 2012).

Al mismo tiempo, Bruner (2012) destaca que el Desarrollo no se hereda biológicamente, sino que es siempre singular y nunca sigue un camino lineal, progrediente y hacia un fin predeterminado. Será un camino a construir, "una carretera," se podría decir, con múltiples desvíos y caminos de ida y vuelta, que no llevarán a un destino unívoco preestablecido. Carretera que no se conformará de una vez y para siempre, sino que será transitada entre "repeticiones, cortes y discontinuidades"[2]; entre pérdidas, duelos y prohibiciones, donde la lógica de la acumulación, la conservación, la adaptación o la imitación" será soterrada por la lógica de lo imposible (Bruner, 2012).

Por consiguiente, en el despliegue de este trabajo, se considerará a lo Real orgánico del niño en tanto funciona como apuntalamiento a partir de los instrumentos de los que el sujeto se vale para realizar su deseo y que "se organizan como sistemas representantes representativos de la pulsión" (Bruner, 2012, pág. 42). Así, en el sujeto hablante, estas herramientas funcionan más como límite que como motor del desarrollo. En este sentido, las llamadas "áreas del desarrollo" (el sistema motor, el sistema del lenguaje, el sistema de los aprendizajes, regulación de ritmos, la incorporación de hábitos, etc.), presentan una gran variabilidad entre un niño y otro, en tanto su despliegue es traccionado desde el deseo del Otro y es de acuerdo a ello, que el niño podrá o no ponerlas en función.

Para ello, será necesario tener durante la infancia encuentros sucesivos, simultáneos y sostenidos con el campo del Otro primordial y los Otros significativos, para que se realicen del lado del niño, los anudamientos primordiales entre RSI que permitan que el Desarrollo y sus instrumentos funcionen de manera encarnada, y acorde a un deseo no anónimo (Bruner, 2012). Entonces, esta carretera singular se irá construyendo y organizando en la infancia no sin estar implicada con la lógica del lenguaje, en el cual, al decir de Lacan, el sujeto se constituye. El Desarrollo, desde esta concepción, incluye a lo real corporal del sujeto, pero sin dejar de considerarlo en relación a esta lógica y a lo Imaginario (Bruner, 2012).

Ahora bien, este proceso de inscripción significante, se produce del lado del niño a través del juego (Bruner, 2012). En este planteo, el juego adquiere un lugar privilegiado en su función constitutiva de la subjetividad y, por tanto, del desarrollo del sujeto en la infancia, en tanto formación psíquica central constitutiva del inconsciente y de lo inconsciente cada vez (Bruner, 2008).

Juego Sinthome que anuda el Desarrollo.

Lacan sostiene en el Seminario XXI: "Para que el nudo se haga, y el nudo se hace en la infancia, el niño debe aprehender algo": el niño "debe aprehender a jugar", agrega Norma Bruner (2008) y de este modo, propone al juego como cuarto nudo que anuda y/o des-anuda. Sinthome propio de la infancia, que hace que lo Real orgánico se articule con el aparato Simbólico, constituido por los Significantes Primordiales y sus leyes- encarnado en el Otro parental- y con lo Imaginario, atribuido a las vicisitudes que atraviesa el Yo hacia su constitución, conformando un anudamiento borromeo.

El niño se apropia, incluye en su historia al jugar, los significantes primordiales que hacen marca en él y en su cuerpo, incorporándolo al Universo Simbólico. Si bien el ser humano posee la condición de ser permeable al significante (Jerusalinsky, 2011) éste, en total dependencia al deseo del Otro para ejercer su función, debe ser recibido -admitido y afirmado- por el sujeto a advenir, a la vez que, el significante al "escribir" su historia, incorpora a ese niño a la cultura. En otras palabras, siempre hay una respuesta subjetiva de parte del niño ante la demanda del Otro; el inconsciente en este sentido, no es más que el producto de sucesivas e históricas inscripciones que, a partir del trabajo significante, va produciendo sentidos, siempre móviles, y por lo tanto modificables. Con todo, podríamos decir que en esta "carretera singular" en la que no hay camino -preestablecido- se hace "camino" -desarrollo- al jugar[3].

Desarrollo y estructura psíquica: sincronía y diacronía.

Si bien este trabajo está fundado en una concepción psicoanalítica desde la escuela lacaniana, es preciso aclarar de qué modo entendemos a la estructura psíquica en la infancia. Cuando Bruner (2008) se refiere a la "estructuragénesis", está realizando una crítica a aquellas concepciones que consideran para la infancia una estructuración cerrada y, por tanto, definitiva. En contraposición con ello, postula que es preciso tener en cuenta que su posición en ella no está decidida ni es definitiva en la infancia, siendo posible toda modificación, que además luego, no será posible.

En este sentido, no llevaremos a cabo una lectura "estructuralista cerrada", ya que, fue el mismo Lacan quien ha considerado a la estructura psíquica como móvil, no rígida, ni estática; tampoco muda. Es cierto, que la estructura limita la posibilidad de movimientos, determinando combinaciones y configuraciones, pero a su vez, presenta un lugar vacío desde el cual se pueden realizar modificaciones (Bruner, 2008). Ese espacio no es otro que el sujeto.

A partir de allí, destacamos que las relaciones entre el Desarrollo y la estructura psíquica, son consideradas en dos dimensiones: una sincrónica y otra diacrónica. Empero, no se debe cercenar la coordenada sincrónica -entendida como la estructura subjetiva- de la coordenada diacrónica en tanto el despliegue sucesivo del desarrollo. Por el contrario, siguiendo a Lacan, éste debe comprenderse en tanto conjunto y no totalidad, como un sistema abierto que entraña relaciones recíprocas con otros sistemas (Bruner, 2012) y que, por tanto, se implican mutuamente.

Por lo tanto, en la clínica con bebés y niños, es menester reconocer que la estructura requiere de la diacronía del Desarrollo para encarnarse y operar. De igual modo, el Desarrollo -en su eje diacrónico-, no puede entenderse desarticulado de la estructura psíquica, sino que éste la apuntala. Al mismo tiempo, es preciso destacar que en lo que respecta a la inscripción del orden significante será decisivo el tiempo de infancia, no sólo en tanto tiempo lógico sino también -y principalmente-, cronológico (Bruner, 2012).

De nudos y trenzas

La teoría de nudos, introducida por Jacques Lacan, se nos ofrece como un aparato de formalización muy interesante en el caso que nos ocupa en este trabajo, la clínica del autismo.

Ubicamos un punto de cruce entre lo que hasta ahora propusimos sobre el desarrollo, el anudamiento de los registros RSI y las dimensiones sincrónica y diacrónica. Hablamos de sincronía cuando realizamos una lectura nodal de un caso, mientras que, por medio de la lectura de la trenza, estaremos en una dimensión diacrónica, allí donde hacemos ingresar la variable temporal en dicha lectura. Podríamos decir que el nudo nos ofrece una fotografía de la estructura, en tanto que la trenza nos mostrará una película sobre la misma.

Es en esta posibilidad de introducir una lectura temporal de la estructura, considerando al desarrollo en la infancia como una carretera singular donde se realiza el anudamiento de RSI con su marcha, detenimiento, contramarcha y diversos e infinitos avatares, que el estructuralismo lacaniano cobra otro valor. Una cierta movilidad, la posibilidad de intervención hacia nuevas y diversas configuraciones en el largo y difícil camino del desarrollo infantil.

En trabajos presentados en estas jornadas en años anteriores, Ricardo Seijas y Gustavo Slatopolsky, ensayaron propuestas muy interesantes respecto de la escritura nodal para el autismo y las psicosis. En el trabajo presentado en 2016 Seijas proponía que:

…el nudo inicial del autismo es un nudo de cinco: una cadena en el centro (el sinthome: el rocking, quedar pegado a la luz) y cuatro cadenas anudadas separadamente por ese sinthome (los tres registros y lo que hemos llamado provisoriamente –aunque se preste a confusión- el Otro). Esto trata de representar la "pobreza" de esta solución: cada registro agujereado mínimamente por el sinthome, lo cual permite cierta consistencia, pero sin ninguna intersección entre ellos. Con la siguiente característica, que tal vez, es la del autismo primario: cuando varía el Otro, también varía el sinthome que le responde, pero sin variar la estructura del nudo. El analista viene a ubicarse en el primer momento en ese Otro que el autista mantiene cerca y a su vez, rechaza. Es del deseo del analista soportarlo y ofertar otra cosa. (Seijas, R., 2016)

A partir de esta clave propuesta por el autor, propondremos una lectura diacrónica de una viñeta clínica.

JM empieza a concurrir al Taller de Sonidos de la Cigarra a principios de este año. El niño circula por el taller sin demostrar atención sobre los demás asistentes al espacio. Esto se sostiene durante varias semanas.

En una ocasión, JM se acuesta en el suelo y mira fijamente una figurita impresa con la imagen del personaje Ben 10. Repetía sin cesar "Dezzzzz". Introduzco el nombre "Ben…", como intercalándolo. De ese modo el niño empezó a reír cada vez que completábamos el nombre del personaje entre los dos. Por momentos parecía que él proponía la duración del intervalo de tiempo entre "Ben" y "Dez", cuestión que provocaba su risa. A esto se sumó que, cada vez que completábamos el nombre, yo tocaba la punta de su nariz.

Ubicamos aquí un intento de agujerear lo real por medio de la mordedura significante. Ponemos en juego la acción de una intervención simbólica que parece tomar, por un momento, aquello que se presenta inamovible, el extrañamiento en una figura impresa, que permite sacar al niño por un instante hacia un espacio de dos, donde el tallerista es llamado a ese lugar del Otro que presta una función de alternancia, de diferencia.

Semanas más tarde, JM ingresa al espacio de taller, y por primera vez se dirige directamente a la caja que contiene instrumentos sonoros. En otras ocasiones solía recorrer el espacio deslizando su cuerpo por las cuatro paredes y eventualmente tomaba la caja de un juguete -ajena a la propuesta del taller-, que también deslizaba por su cara como refregándose en ella. Cuando esto sucedía, se intentaba sin éxito introducir un posible juego del cu-cu (Silvia Peaguda), desapareciendo y reapareciendo uno de nosotros por detrás de la caja y del campo visual de JM. Sin embargo, el niño sólo intentaba repetir la acción acercándose a la cara del tallerista.

Paredes, cajas, superficies. La persona del tallerista en escena donde presta, nuevamente, movilidad. Esta escena, a diferencia de la anterior, nos remite a pensar en posibles intentos de escritura de borde. La dimensión corporal, el registro imaginario, entran aquí en juego. Sin afirmar que se haya producido un movimiento, podemos aventurar que algo en relación con ese registro cobra relevancia. Cuestión que sólo podemos considerar a partir de la escena anterior.

En otra ocasión, JM tomó rápidamente de la caja un sonajero, que agitó levemente cerca de su oreja. Luego, otro distinto, y otro, dedicándose un breve lapso de tiempo a descubrir lo que cada instrumento tenía para ofrecerle. Esta fue su primera experiencia con el material sonoro. En otro momento, durante un lapso de intercambio con uno de nosotros, uno de esos sonajeros se deslizó al ritmo de una canción por la espalda de JM, provocándole un cosquilleo que lo obligó a torcer su cuerpo y esbozar una carcajada, cada vez que se repitió el movimiento. Esa melodía de sonajero y voz vibrando en su espalda, parecen haber resonado, provocando, al menos por un instante, un eco. Ocasión en la que la pregunta acerca de lo pulsional y su cuerpo, se nos presenta. Al terminar "el juego de las cosquillas re-sonajeras", JM intentó un cálido abrazo con su compañero de juego, que brazos extendidos y todo el peso del cuerpo, terminó con los dos desplomados en el suelo.

JM deja de concurrir por espacio de varias semanas. Al volver, se acerca a la caja ni bien entra al taller, y comienza nuevamente a producir sonidos con los instrumentos, agregando ahora un laleo que acompaña el ritmo del golpeteo de los objetos. Ese laleo es acompañado por la introducción de una melodía cantada de un tallerista y es interrumpida por JM que mira al techo y señalando hacia arriba dice: "ventilador". Al instante se dirige hacia una de las alumnas practicantes que concurren al taller, y le exhibe su dedo índice, que había sufrido una picadura de mosquitos advertida por él cuando señaló el ventilador de techo de la sala. La alumna toca la hinchazón con su dedo, y el niño responde mirándola, a la par que realiza un sonido onomatopéyico que indica dolor. Luego JM se dirige hacia uno de nosotros y vuelve a mostrar su dedo dañado que comienza a ser acariciado, mientras cantamos una canción de "sana-sana". Ante esto, el niño mira a los ojos del tallerista, repite la onomatopeya "ssssst", y agrega: "sana, sana". Continúa así gran parte del tiempo restante, hasta que abandona las caricias y retorna a la caja en donde continúa buscando sonidos en los elementos.

¿Cómo pensar el nudo a partir de los movimientos observados en los diferentes momentos del trabajo con JM? ¿Se mantiene la misma configuración del nudo de cinco que mencionamos anteriormente? Si hubo variaciones ¿Cómo se produjeron? ¿De qué manera se inscribe ese nudo?

En este punto es donde la variable temporal tendrá que intervenir. Proponemos aquí pensar el caso a partir del modelo de la trenza.

Brevemente debemos considerar algunas características de este aparato de formalización. Fabián Schejtman (2013) explica de manera clara que la trenza es un set de cuerdas que van de un extremo a otro de dos barras horizontales. Cada una de estas cuerdas representa un registro (RSI). Ahora bien, partiendo de la trenza borromea veremos que, en diversos casos, ese trenzado presenta puntos en los que los cruces de las cuerdas se alteran, dando lugar a la suelta de alguna o las otras dos cuerdas. Estos puntos son denominados "lapsus de la trenza". Allí es donde, la introducción de una cuarta cuerda puede producir una reparación del lapsus y reparar el anudamiento que se ha roto. A esta reparación se la conoce como sinthomática.

Siguiendo a Schejtman, veremos que las reparaciones no sólo se diferencian por su localización, sino también por el modo en que se produce tal reparación.

Así tendremos reparaciones sinthomáticas y no sintomáticas, por un lado, y las mismas podrán realizarse en forma de hebras, broches, espirales y bucles.

Los elementos considerados hasta ahora configuran un terreno más que interesante para proseguir con la lectura del caso. Es así que podemos pensar en el despliegue temporal de aquel nudo propuesto por Seijas, en articulación con la viñeta que presentamos.

La extensión del trabajo nos obliga a dejar de lado algunos detalles fundamentales que deben ser tenidos en cuenta para la escritura de la trenza. Estos detalles tienen que ver con algunos datos con los que los talleristas no contábamos al momento de realizar este escrito. Desde la perspectiva del desarrollo con la que trabajamos, es importante conocer de qué modo se presentó el cuadro de autismo en JM. ¿Se trata de un detenimiento, una contramarcha, un viraje en su estructuración? Estos datos son de gran valor y cambiarían la escritura de la trenza sensiblemente. Sin embargo, podemos esbozar algunas propuestas.

Cuando se produce la intervención de un analista en el autismo, podríamos pensar que se produce una modificación en el nudo -sea cual fuere el nudo que proponemos-, en ese caso ¿Podemos pensar que se soltaría algún registro? La clínica nos demuestra que las cosas son algo diferentes. ¿Qué es lo que permite que, a pesar de la intervención del analista, los registros permanezcan? Porque la intervención de un analista no es garantía de que las cosas, si marchan, marchen bien.

Desde nuestro punto de vista, y en línea con lo que propusimos en el trabajo del año anterior, es la inscripción de la dimensión espaciotiempo, que hemos denominado ritmo, lo que constituye las barras horizontales entre las cuales se tensan las cuerdas de la trenza. Es decir, lo que permite la movilidad, configuración y reconfiguración de los registros RSI.

A partir de esto último, entendemos que hablamos de sincronía al cerrar las cuerdas en determinados puntos de la trenza. Allí obtendremos la "fotografía" de ese momento de la estructura. Para ser claros, podremos ver cómo se constituye el nudo en ese momento.

En el caso de JM podemos considerar que lo que sucede es que el tallerista toma el lugar del Otro en el intento de que el anillo S interpenetre a R. De ese modo, la fijeza de la mirada en una figurita, se desvanece por un momento y es allí cuando aparecen la risa y el protojuego de "Ben-10". En este caso podríamos pensar en la función del analista ocupando el lugar del sinthome, a modo de reparación momentánea, allí donde la fijeza de la mirada, al retirarse, soltaría a todos los otros anillos del nudo. Con los elementos que presentamos anteriormente, podemos considerar que no se tratará de una reparación a modo de hebra, sino que se podría pensar en una reparación puntual, débil, efímera, tal vez a modo de broche, pero que opera como reparación al fin.

Más adelante, observamos cómo las escenas de las cosquillas en la espalda y la picadura de mosquito muestran un correlato imaginario de esa interpenetración S-R. No ha sido sin la presencia de la mordedura de lo simbólico que esto fuera posible. Es innegable que el "ssst" logró enlazar a R, ubicando allí un incipiente tejido de la dimensión corporal.

Unas preguntas finales

Si partimos del nudo de cinco, las intervenciones ¿hacen desaparecer a alguno de estos cinco?

Teniendo en cuenta lo propuesto por Norma Bruner, que el juego es el sinthome en la infancia, que en el autismo no hay juego propiamente dicho ¿qué es lo que permitiría en el autismo anudar RSI? ¿o acaso debemos concluir que no hay posibilidad de modificar el nudo de cinco o que no podremos conseguir una reescritura del nudo a partir de la intervención del analista?

Lejos de dar respuestas firmes a estos interrogantes, nos animamos a proponer algunas hipótesis.

Creemos que considerar el nudo de cinco como punto de partida en el autismo, lejos de complicarnos las cosas, nos permite pensar una dirección en la que la función del analista soportará el pasaje de la cuerda del sinthome del nudo de 5, que al principio serán los automatismos, al sinthome-juego.

Tal hipótesis nos permite también arriesgar que es posible producir modificaciones en el anudamiento. Ahora bien, ¿estamos con esto afirmando que el análisis permite modificar la estructura en todo momento? Habíamos planteado que, para poder pensar en la movilidad, en el trenzado, era necesario introducir la matriz espaciotemporal. En este punto sostenemos que hay una ventana de tiempo para poder producir tal inscripción. Esa ventana se va cerrando inexorablemente a medida que los primeros años de la infancia transcurren. Allí donde esa ventana se cierra, se producirá también el cierre, el punto de unión de las cuerdas de la trenza. Esa será la fotografía final, la de la sincronía de la estructura y su nudo correspondiente.

Estos son sólo algunos de los interrogantes que se abren al introducir la clínica nodal en el autismo. Esperamos que este trabajo permita la formulación de otros y de posibles respuestas en un campo tan vasto y aun con mucho por trabajar.

Bibliografía

Bruner, N. (2008), Duelos en juego. La función del juego y el trabajo del duelo en la clínica psicoanalítica con bebés y niños con problemas en el desarrollo, Buenos Aires: Letra Viva

Bruner, N., (2012), El juego en los límites, Buenos Aires: Eudeba

Jerusalinsky, A. (2011), Psicoanálisis del autismo, Buenos Aires: Nueva Visión

Schejtman, F. (2013), Ensayos de clínica psicoanalítica nodal, Buenos Aires: Grama ediciones

Seijas, R. (2016), Más allá del nudo de Lacan: inventar una escritura para el psicoanálisis del autismo y la psicosis. Ponencia presentada en la Jornada clínica La Cigarra 2016, Buenos Aires, Argentina


[1] Este neologismo de la invención de Norma Bruner es explicitado más adelante.

[2] La cursiva es nuestra.

[3] Parafraseo del poema "Caminante no hay camino" de Antonio Machado.